SOLEDAD SINTÉTICA

SOLEDAD SINTÉTICA

(Sol-edad= Edad del Sol... Edad para buscar nuestro Sol interior)

Al igual que el miedo y el ego, la soledad es un estado sintético, es decir, una creación artificial de la mente, influenciada, a su vez, por interesadas creaciones culturales totalmente distorsionadas e implantadas imperceptiblemente en el fértil campo del inconsciente colectivo, influyendo y afectando febrilmente a nuestra mente individual para que a través del miedo y aprovechando nuestro natural carácter gregario, seamos parte activa del rebaño, es decir, otro soporte más de la sociedad de diseño en que nos tocó vivir, también conocida como la matrix.

El miedo, el ego y la soledad, son patrimonios evolutivos positivos cuando están bien canalizados, pero pueden convertirse en un trípode autodestructivo si no sabemos utilizarlos. Generalmente, el ego cree estar separado del mundo, de la creación ¡Por un lado yo, y por otro lado el mundo que me rodea! Esta errada percepción de separación y soledad imaginaria, genera miedo y hasta pánico que a su vez se va traduciendo, progresivamente, en enfermedades físicas y mentales de los más diversos órdenes.

Invertimos cuantiosas horas en encontrar a nuestra alma gemela, como si fuera el único camino para salir de la soledad y encontrar aquel amor que desde el vientre materno anhelamos, pero que ya poseemos internamente en forma subyacente, casi imperceptible. Una y otra vez repetimos el mismo experimento con diferentes parejas pero con el mismo resultado catastrófico; y mientras este amor interno no se active y florezca en nuestro universo personal, jamás lo encontraremos afuera porque lo que está afuera es la más viva proyección de lo que llevamos por dentro y si el florero está vacío y encima de eso se siente vacío y solo, será incapaz de prodigarle el agua bendita a las flores que se puedan depositar en él y que podrían alegrar nuestra vida desde afuera. 

Por ello es fundamental hacernos responsables de todo lo que nos sucede dentro y fuera, absolutamente de todo lo que nos rodea. Este es el signo más evidente de l@s que poseen madurez emocional. Somos responsables, más nunca culpables, la culpa es otro constructo sintético de diseño que nos empuja hacia la sensación más morbosa de la soledad. La culpa tampoco existe y es imprescindible borrarla de nuestro inconsciente para poder avanzar.

Volviendo al tema, es literalmente imposible estar sol@s, por cuanto somos dos en un@, somos energía femenina y masculina en un solo cuerpo. Ambas energías funcionan de manera diferente y es por ello que se deben engranar a fin de lograr el equilibrio y sobretodo la unidad total en un solo cuerpo, pero para eso se requiere de un proceso de despertar y toma de consciencia.  Mi primera pareja a desarrollar soy yo con yo mism@ y al entrar en conciencia de ello, iniciamos una dinámica de crecimiento y autoconocimiento en pareja interna en donde ya no nos sentiremos sol@s.

Para cerrar la anterior idea, sostendremos categóricamente que mientras no establezcamos una completa armonía con nuestra pareja interior, un proceso que en algunos predios espirituales llaman “Las bodas de Shiva-Shakti” y en otros "La boda alquímica", no será posible atraer a un par sentimental estable y definitivo, puesto que por ley de atracción seguiremos atrayendo a personas con baja la frecuencia energética del miedo a la soledad e inclusive con la básica intención de reproducirse y nada más, ya que su radar y el nuestro funcionan bajo la premisa de la pura necesidad de aliviar dicha soledad llenando ese vacío con otra persona y hasta con unos hijos que vendrán al mundo para seguir copiando el mismo patrón conductual, repitiendo el error una vez más.

La soledad es un regalo divino para sanar el cuerpo emocional y lograr la fusión de nuestras dos polaridades femenina y masculina, abrir este paréntesis en solitario recalibrará y elevará la frecuencia de nuestro radar natural, esto sincronizará el portal adecuado para recibir sentimentalmente a una persona con la suficiente inteligencia espiritual y emocional para conectarnos con ella y seguir un camino estable de crecimiento, en sana tolerancia, en una armoniosa comunión sentimental y espiritual, más cerca del verdadero amor y como gran valor agregado nos va a garantizar una constante paz interna y alegría por la vida.

En otro orden de ideas, paralelamente a este mundo 3D, nos acompañan otras entidades etéricas, que por pertenecer a otras dimensiones más sutiles, la mayoría de nosotros no las percibimos físicamente. Llámense Dios, Guías Protectores, Maestros Ascendidos, Doble Cuántico, Yo Superior, Poder Superior, Familiares Fallecidos, Ángeles, Arcángeles, etc., Ellos están con nosotros y si lo decidimos, nosotros estaremos con Ellos ya que eso es lo que Ellos esperan por cuanto somos parte de un TODO representado por una red energética que nos mantiene unidos permanentemente con imperceptibles filamentos invisibles de luz que da paso a la explicación del "Efecto Mariposa", de allí que: ¡Sanando uno, sanamos todos! 

¿Qué hacer para estar con ellos? Las dos principales fuerzas que regulan el metabolismo de nuestras existencias son el Amor y el Miedo. El Amor vibra y se empodera en una alta frecuencia energética, es decir, vibra muy rápido. En cambio, el miedo vibra muy lento, en una baja densidad de frecuencia energética. Con esta explicación contestamos la pregunta anterior, pues nuestras entidades protectoras de amor no reconocen y mucho menos entienden las bajas vibraciones, únicamente pueden manifestar su presencia efectiva en un ambiente de alta vibración, en otras palabras, en un ambiente de amor interno, por lo tanto es indispensable mantener nuestras vidas vibrando en alta frecuencia energética vibratoria, tal y como lo detalla Nadim David en el extraordinario artículo “¿Cómo subir mi vibración?”. Terminaremos este párrafo con esta afirmación derivada de la Ley de atracción:

“Si vibramos alto, en la energía del amor, la única posibilidad que existe es atraer alegría y personas amorosas, en un escenario de completa armonía evolutiva. Caso contrario, si vibramos bajo, en la franja del miedo, atraeremos personas y elementos totalmente negativos y por lo tanto nutritivas pero también muy duras y peligrosas lecciones de crecimiento”.

Ahora bien, es vital saber que la sensación de miedo a la soledad causa una sensible baja de nuestra frecuencia energética vibratoria y en esta banda de baja, densa, oscura y lentísima frecuencia, pululan los vampiros energéticos que se alimentan del miedo, motivo por el cual tampoco estaremos sol@s.

Sea en alta frecuencia energética donde vibra el amor y las entidades de amor o en baja frecuencia donde vibra el miedo y sus parásitos etéricos, siempre, siempre, siempre, estaremos acompañad@s, así que nunca estaremos sol@s, sino bien o mal acompañad@s, esto ya es decisión nuestra.

Simplemente se trata de gestionar la soledad física como una herramienta más de crecimiento y evolución. Amar la soledad es amarnos a nosotr@s mism@s y ese AutoAmor viene aparejado con el AutoRespeto, con una elevada AutoEstima y con la consecuente alegría por vivir sin expectativas, simplemente respirando en gratitud y recibiendo, con sorpresa de niñ@, todas las bendiciones que le envía el Universo a las almas que saben vibrar alto en la danza del amor.

Permanecer en soledad física y sobre todo en silencio, es el espacio-tiempo perfecto para el autoconocimiento interior pues es en el saludable diálogo interno en donde se encuentran todas las respuestas.

Es de sabi@s agradecer al sentimiento oscuro de la soledad, pues podría constituirse en el motor de ignición que nos impulsaría a iniciar una búsqueda externa para aterrizar en nuestro interior, que aunque bien pudiera estar equivocada y nos haga perdernos en el camino, por ser una falsa motivación y un sentimiento mentalmente artificial, igual será la ruta que nos toque recorrer, en el entendido que perderse también es un camino válido que nos catapulta y siempre nos va a conducir a las experiencias que necesitamos para el despertar definitivo.

¿Qué se puede hacer en nuestro sagrado espacio de soledad?

Lo primero es tomar conciencia del poder y valor terapéutico de la soledad, para saber organizar nuestro campo de acción, esto nos impedirá permanecer paralizados. Es importantísimo disolver la sensación de sentirnos inútiles y de que no estamos haciendo nada productivo estando sol@s. Meditar, escribir, leer, hacer poesía, escuchar conferencias o talleres virtuales de crecimiento humano, reflexionar, pintar mandalas, oír música de alta frecuencia (432Hz) o mejor aún, tocar un instrumento musical, pasear por la naturaleza, ir a la playa, hacer Tai Chi, Yoga, Tantra o simplemente bailar (biodanza), entre otra infinidad de dinámicas sanadoras y placenteras que también se pueden combinar, son actividades que jamás permitirán que nos penetre esa sensación distorsionada y loca de la soledad. Podemos resumir todo lo anterior en una sola palabra: ¡ACCIÓN!

Ahora bien, el verdadero artífice de la soledad contemplativa es aquella persona que, en medio de su acción, la convierte y la recrea en un espacio de cocreación, para ello, con cualquier actividad artística creativa manual como tejer, hacer cestería, móviles, tallas, esculturas, etc., es suficiente para activar en clave de meditación activa silenciosa, la chispa lumínica crística que nos conecta con el caldo cósmico. La verdadera maestría la alcanzaremos cuando nos convirtamos en unos consumados artesanos o, mejor aún, en unos humildes artistas de la soledad.

Llegados a este nivel, llenaremos completamente la natural y humana necesidad de permanecer en grupo, rebaño, manada, clan o tribu, perdiendo ese falso y corrosivo miedo a la soledad. Con una mascota, un jardín, un libro, con o sin pareja y en cualquier lugar en que nos encontremos nos sentiremos siempre plenos y en la gracia de Dios.

La soledad, por ser una sofisticada tecnología espiritual, tan excelsa como sagrada, merece estar ubicada en un sitial de honor, para ello es necesario que sea reivindicada por las únicas almas que podemos hacerlo: ¡Nosotr@s mism@s! Únicamente así, recuperaremos nuestra capacidad intransferible de amar y de recibir amor puro en orden divino.

Colibrí.